9.1. Ethos, carácter y personalidad moral
La vida humana es por naturaleza moral, en tanto el
hombre está irremediablemente emplazado a conducirla por sí mismo. La moral, en
este sentido primario, consistirá en cómo la conduzca, de acuerdo con las
posibilidades que él mismo haya preferido. La moral consiste, por tanto,
no sólo en ir haciendo mi propia vida, sino en cómo de hecho la he construido,
a partir de la incorporación de las posibilidades ya realizadas. En este
sentido, la moral resulta ser algo físicamente real, o como decía Aristóteles, una
segunda naturaleza.
La personalidad moral incorpora todos
aquellos actos que vamos bordando en nuestro trayecto de vida, es decir, lo que
de suyo va quedando a medida que la vida pasa: hábitos, costumbres, virtudes,
vicios, valores, etc.; todo ello es lo que da forma a nuestro propio ethos,
nuestro carácter y singular modo de ser.singular modo de ser. En este proceso
de auto-formación de la personalidad moral, somos agentes, autores y actores de
nuestras acciones. En cuanto los actos emergen de nuestra naturaleza; autores,
en cuanto son libres, y por ello dependen, no de aquella, sino de nuestra
voluntad; actores, en cuanto definimos nuestra propia morada moral.
9.2. Temperamento y carácter
Erich Fromm nos señala, las diferencias entre las cualidades
heredadas y las adquiridas es, en general, sinónimo de la diferencia entre
temperamento, dotes y todas las cualidades físicas constitucionales, por una
parte, y el carácter, por la otra. Mientras que las diferencias en el
temperamento no tienen carácter ético, las diferencias en el carácter
constituyen el verdadero problema de la ética; ellas son la expresión del grado
en que un individuo ha tenido éxito en el arte de vivir o en que un individuo
ha tenido éxito en el arte de vivir. Esta distinción resulta fundamental para
entender a su vez las marcadas diferencias entre dos conceptos que a menudo se
tienden a confundir: temperamento y carácter.iene un matiz de corte genético,
constituyendo por ello un conjunto de cualidades y heredadas por el individuo,
debido a su constitución psicobiológica, en tanto que el carácter tiene más
bien un significado ético: es lo que el hombre se va haciendo como ser
consciente y libre.
El temperamento se refiere al
modo de reacción y es algo constitucional e inmodificable en el individuo,
mientras que el carácter se forma esencialmente por las experiencias de la
persona, especialmente, en su infancia y es modificable hasta cierto punto por
el conocimiento de uno mismo y por nuevas experiencias pero aquello ante lo
cual reacciona rápida y violentamente, depende de su carácter. El temperamento
es inmodificable, en tanto que el carácter recupera las experiencias de la
persona, por lo que es modificable.
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