Dentro de las estructuras éticas y
ontológicas del ser del hombre se encuentra principalmente el deseo, elemento
constitutivo que nos hace seres humanos. Pero éste adquiere diferentes
significados según las distintas perspectivas teóricas desde las cuales se le
aborda. Etimológicamente, el término deriva del latín desidium, que significa
deseo erótico. En el idioma español, deseo viene de desidia (indolencia y pereza).
Según Berceo, para Plauto es “libertinaje” y para Cicerón “avidez”,89 por lo
que en este sentido asume el significado de “voluptuosidad”, incentivo de la
lujuria.
Esta
concepción del deseo identificado con el eros, es decir, con el amor entendido
como impulso de vida, y a su vez como fuente originaria de la valoración y de
la creación de los valores, aparece muy cercana a una significación ética del
deseo, ya que, en esta perspectiva, es visto como el fundamento que hace
posible a la eticidad, esto es, las posibilidades que tiene el hombre de elegir
libremente y de elegirse, por tanto, a sí mismo. Bajo esta concepción
ético-ontológica, el deseo se concibe como ser
relativamente
a las posibilidades que se tienen de actuar, las cuales se cifran en el desear.
En este sentido, se dice que el hombre es un ser con relación a sus
posibilidades, esto es, se define como naturaleza posible; en pocas palabras,
como deseo de llegar a ser plenamente libre, y con ello, más humano. En cuanto
sujeto del deseo, el hombre ... es naturaleza ambigua, abierta, susceptible de
devenir y autotransformarse.
Naturaleza
esencialmente histórica, esencialmente ética (y axiológica, en general);
naturaleza libre, en suma... El hombre es posibilidad y la posibilidad es
deseo. Originariamente está en el hombre la condición deseante. El hombre
mismo, cabe decir, es deseo y, en este sentido originario, deseo “de todo”...91
Para Juliana González, se trata de un deseo radical, no de cualquier deseo,
sino de aquél gracias al cual hombre expresa su anhelado deseo de ser, es
decir, deseo originario de realización de la propia condición humana, que
consiste en la búsqueda de desarrollo de las potencialidades del ser humano.
Esta misma
concepción ética sobre el deseo ha sido desarrollada por Fernando Savater, para
quien, en el origen de la acción humana está siempre mediando el deseo humano
de querer ser más, humanamente hablando, es decir, deseo de autotrascendencia,
como condición humana irrenunciable. Por ello este autor concluye que: “El
hombre activo es el hombre que quiere, que desea: el sujeto que afirma la
acción como principio es fundamentalmente deseante”. El deseo es, pues, un
impulso de vida ético, para llegar a ser, precisamente el hombre, más humano.
Tema 3 Terminado😃
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